
La buena meteorología favoreció un excelente estado vegetativo y sanitario del viñedo durante todo el ciclo, permitiéndonos disfrutar de un óptimo equilibrio madurativo. Estas magnificas condiciones nos ofrecieron unos vinos frescos y elegantes, con una intensa carga
frutal, taninos muy sedosos y equilibrados con unas condiciones notables para envejecer.
El Tempranillo (78%) procede de nuestras fincas La Cuesta y Montecillo, de 30 años de edad, en Fuenmayor y Cenicero. La Garnacha (22%) es de La Pedriza en Tudelilla (Rioja Baja), finca de 70 ha con unas condiciones inmejorables para el cultivo de esta variedad.
Iniciamos la vendimia a mediados de octubre. Recogimos la uva a mano y la transportamos refrigerada hasta la bodega donde, por primera vez en la historia de la marca, pasó por un riguroso proceso de selección óptica, grano a grano. La fermentación alcohólica se realizó de forma natural y la maloláctica concluyó a finales de año. En marzo de 2016, los vinos elegidos pasaron a barrica, iniciando su crianza por separado: el Tempranillo durante 36 meses, con seis trasiegas manuales y en roble americano de 4 años de edad media y la Garnacha durante 30 meses, con 5 trasiegas manuales, en barricas de 2 y 3 vinos. El coupage final fue embotellado en septiembre de 2019.
Color granate, de capa media alta y elegante paleta de colores. En nariz destaca por su potencia, con una gran complejidad de aromas especiados y balsámicos a regaliz dulce, pastelería, vainilla, canela, cacao, café y nuez moscada y unas sutiles notas de frutas rojas compotadas. En boca sobresale su equilibrio, agradable frescura y gran estructura, con taninos suaves y redondos y un agradable final. De amplio retrogusto, las notas especiadas, de regaliz dulce y fruta madura hacen de él un vino eterno con enorme capacidad de guarda, procedente de una de las mejores añadas del XXI.
Asados de cordero, carnes rojas, barbacoas, caza mayor, guisos de pescado muy condimentados, quesos ahumados y curados.