Seguro que lo imaginabas. La transformación de la uva en vino mediante las fermentaciones no es el punto final en la elaboración de un vino de calidad. ¿Qué os parece si recorremos juntos este trayecto? Un camino de obligatorio paso si se quiere lograr un adecuado envejecimiento en el que instalaciones, personas y enología tienen gran relevancia.
En primer lugar, los vinos obtenidos en cada cosecha son presentados al Consejo Regulador de la Denominación de Origen para su calificación. Este organismo los analizará y catará para determinar si cumplen los requisitos mínimos de calidad para que puedan ser amparados por dicha D.O.
Una vez calificados, los técnicos de la bodega efectúan una selección de los mejores vinos para cada lote y, tras un pequeño ensayo en el laboratorio, se realiza la mezcla de los diferentes 'coupages'. Antiguamente, esta práctica se basaba en la experiencia de los enólogos, verdaderos 'magos' que, sin apenas datos analíticos, eran capaces de elaborar año a año grandes vinos apoyados casi en exclusiva en sus conocimientos y trayectoria. Hoy, la evolución técnica nos permite conocer con más detalle cada vino, aunque el factor EXPERIENCIA continúa siendo un valor esencial.
Para realizar estos 'coupages' hay que considerar el estilo propio de la bodega. Así en las que, como La Rioja Alta, S.A., se caracterizan por la elaboración de vinos con mezcla de variedades , es necesario recopilar todos los datos obtenidos durante la elaboración (variedades de uva, localidad, finca y parcela de procedencia, incidencias durante las fermentaciones..), los resultados de los análisis y los de las catas realizadas. Con toda esta información, el enólogo separa cada vino en función de su 'capacidad' de ensamblarse con una u otra variedad, eliminando aquellas partidas que considere sin la calidad suficiente para cada lote.
En el otro lado se encontrarían los llamados 'vinos de pago' o de 'terroir' como los elaborados en nuestra bodega Torre de Oña y que se elaboran en unas zonas delimitadas (pagos) con unas características edafológicas, climáticas o de cualquier otro tipo que las hacen especiales y que las diferencian claramente de las demás que las rodean. En estos casos, el criterio se basa en unir cada uno de los vinos obtenidos del viñedo de forma que, el resultado final, sea la MÁXIMA EXPRESIÓN de las características del pago. Si alguno de los vinos no reuniese las condiciones apropiadas, el enólogo los eliminaría.
Realizados los distintos lotes a gran escala, los vinos ya estarían listos para iniciar su crianza en barrica. Pero no acaba aquí la labor en bodega. Es fundamental, en función de cada clase
de vino, definir el tipo de envejecimiento al que se le va a someter (duración, tipo y edad de las barricas, número de trasiegas...) preparando el medio en el que va a desarrollarse esta crianza, adecuando las naves (control de humedad, temperatura y ventilación) y preparando las barricas que serán lavadas y azufradas para garantizar que no sufran alteraciones microbiológicas.
Por último, es necesario diseñar un programa de trasiegas que, como ya os hemos contado, en nuestras bodegas se realizan por el método tradicional, por gravedad, de barrica a barrica. Todo este conjunto de prácticas permite dotar al vino de cada bodega de una PERSONALIDAD propia. Así se explica que vinos procedentes de uvas similares lleguen a desarrollar características tan diferentes en función del enólogo o bodega que haya intervenido en su crianza.



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